Después de una experiencia poco gratificante y cuando Hugo estaba a punto de cumplir los nueve años, sus padres decidieron cambiarlo de colegio, en busca de un centro más integrador. As Mercedes, en el que hay al menos otros cuatro niños con diversidad funcional, dio un giro a la vida del menor.
El cambio experimentado lo explica con claridad su hermano Jairo, de 10 años, al que Hugo considera su mejor amigo. «El primer día estaba solo, sentado en el patio, y los otros niños jugaban al fútbol. Lo invitaron a tirar un penalti y empezaron a hablar con él. Ha cambiado mucho. Mi hermano es feliz».
Lo primero que hizo esta familia fue acudir al nuevo centro con la terapeuta de Raiolas, la asociación de padres con niños con autismo, la persona que trató al ahora adolescente en los últimos siete años.
Según Javier Luaces, aparte del apoyo recibido por el profesorado desde el primer momento, cree que también tuvo que ver en la respuesta de los niños que la terapeuta les explicara cómo era Hugo y a qué obedecía su comportamiento.
Javier Luaces, que también agradeció a la comunidad docente y a los padres de los otros niños cómo lo arroparon en estos años, se emocionó cuando habló ante los 32 compañeros de Hugo.
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