El profesor Guillermo Ballenato es licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Psicología Educativa, Psicología Clínica, Psicología Industrial y Formación.
Invitado por la Fundación Caja Castellón, esta semana ha impartido una conferencia en la capital de La Plana con la idea de acercar una visión de la educación mucho más positiva, sencilla, humana y cercana. "La gente piensa que educar es bastante complejo pero porque a lo mejor no se ha hecho una suficiente labor de prevención". "La mejora de la comunicación, en un sentido amplio de la palabra, es una verdadera herramienta de prevención", dice.
A continuación, os mostramos la entrevista:
P. ¿Qué hacen mal los padres de hoy en día para que la educación de los hijos eleve los niveles de estrés?
R. Padres y madres estresados difícilmente pueden educar bien, igual que un docente. Hace falta bajar ese nivel de estrés. ¿Cómo? Con preparación, evitando la ansiedad y revisando nuestra vida. Porque un padre y una madre feliz educa mucho mejor. La felicidad no es la negación ni es sufrimiento, ni la dedicación exclusiva a mis hijos, sino la dedicación también a mi propio desarrollo personal.
P. ¿Cuáles son las pautas mágicas para prevenir y gestionar los conflictos con los hijos?
R. Yo suelo decir que la salvación del mundo en una sociedad mejor se apoya en dos pilares: uno es la educación y otro es la comunicación. Además van juntas, educomunicación. Pensamos que sabemos comunicar pero hay un montón de latiguillos que han ido pasando de generación en generación: 'ya te lo dije, verás cuando venga tu padre, como no apruebes..., mira a tu primo, qué bien' Yo soy partidario de la permisividad, pero soy partidario de tratar a los niños de pequeños como si fueran adultos, ya que son personas que quieren aportar, ser tenidos en cuenta, ser escuchados.
P. ¿Cómo se logra la motivación en cada etapa del estudiante?
R. Es muy importante trasmitir una visión positiva del aprendizaje, como una herramienta de libertad, un reto, un desafío y algo que se puede hacer divertido, ameno, entretenido, y no algo que requiere disciplina, abnegación, sufrimiento, esfuerzo. La cultura del esfuerzo no vende mucho, vende más la curiosidad, despertar la curiosidad. Qué mejor que conectarlo con sus áreas de interés, darle recursos y estrategias: es mucho más motivante si son miembros participativos y no meros receptores pasivos. Deberes, ya la palabra suena mal. No es que debas hacerlo, sino que deberían salir de clase diciendo: 'eso tengo que buscarlo yo'.
P. La vocación, ¿nace o se hace?, sobre todo porque parece que la crisis ha reconvertido a profesionales de otros sectores en docentes.
R. Trabajar en la docencia sin acabar de encontrarle el gusto y la pasión es casi un sinsentido. Parece que los tres colectivos profesionales más estresados son el personal de seguridad, el personal sanitario y el personal docente. Están de cara al público y tienen que gestionar esa interacción. Si un padre o una madre a veces no se aclaran con la educación de sus dos, tres hijos, imagínate con toda una clase. Es para premio y para nota. Los docentes vocacionales que sepan ver que su estrés puede ser fruto de sus altas expectativas: cuando más vocación tienes, más expectativas y eso choca más con la realidad y luego sueles ser los más quemados. En el sistema universitario además hay un pequeño lastre y es el énfasis que se hace de la actividad investigadora de los docentes. Se les va a valorar por sus publicaciones e investigaciones y la actividad docente queda incluso denominada como carga docente. No es una carga, lo que hay que hacer es renovar la vocación, es una de las labores más complejas, pero la inversión personal, emocional que se hace, es enorme, aunque a mí me encanta.
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